Giada, diagnosticada con Microcefalia, nació sana.
El embarazo parecía ir sin problemas hasta alrededor de 5 meses. En una ecografía de rutina, la doctora nos dijo que la cabeza de nuestra hija era demasiado pequeña y que no entraba en proporción con el resto del cuerpo, y que parecía tener microcefalia. Nos aconsejaron abortar. Nos dijeron que nacería con graves defectos cognitivos y no podía garantizar cuánto tiempo íbamos a tener con ella.
Nos negamos y condujimos cuatro horas a Albuquerque, Nuevo México, para obtener una segunda opinión. El doctor estaba confundido acerca de por qué estábamos allí, porque cuando hizo su propia ecografía insistió en que no había absolutamente nada mal con Giada.
Nunca se nos pasó por la mente abortar a Giada, ni una sola vez, incluso después de que le diagnosticaron microcefalia. Acabamos por aceptar que necesitaría cuidados y atención especiales y estábamos preparados para superar cualquier obstáculo que se nos presentara. Aunque sólo tuviéramos segundos, minutos, horas o años con ella, ella merecía nuestro amor incondicional en cada momento de su vida.
Volvimos a casa y visitamos nuevamente al médico de mi ex esposa y la confrontamos con la opinión del especialista. ¡Su única respuesta fue que el equipo de ultrasonido utilizado en la otra clínica no era tan bueno como el suyo! Ni siquiera nos dio una disculpa por sugerir que abortásemos a nuestra hija sana.
Nuestra hija nació completamente sana y ahora es una valiente de 5 años con la sonrisa más dulce y un espíritu enérgico. Muchos padres colocan las vidas de sus hijos a los pies de la opinión médica. Ni siquiera puedo descifrar cuántos diagnósticos erróneos ha habido a lo largo de los años; cuántos niños sanos han sido abortados; cuántos niños terminaron en un contenedor de basura médica en lugar de en los brazos de sus padres; a cuántos niños se les ha negado la oportunidad de dejar su marca única en el mundo, independientemente de cómo se vea eso.
Siempre que pienses que debería haber excepciones donde el aborto es permisible... recuerda a mi hija.
Amour,
Alex
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