Un milagro de 23 semanas: ‘Nunca antes habíamos tenido un bebé tan joven que sobreviviera’
Lia Calzuola según dicho a Kathryn Lewsey | Agosto 20, 2018 Kidspot
Traducido por Ana Correa para Defensores De La Vida
Traducido por Ana Correa para Defensores De La Vida
Cuando Lia entró en labor de parto a las 22 semanas, su pequeño bebé no se rindió.
Pintando una jirafa en la pared del cuarto de bebé, sentí un estremecimiento en mi estómago. Con un solo ovario, y una historia de embarazos ectópicos, mis oportunidades de tener un bebé eran muy escasas.
Pero mi pareja, Jay, y yo ahorramos para poder tener un tratamiento de fertilización in vitro (FIV), y afortunadamente tuvimos éxito en el primer intento. Desde el principio, el embarazo no fue fácil. Estuve teniendo sangrados abundantes desde las 16 semanas y tuve que dejar de trabajar.
A las 22 semanas me desperté con cólicos y dolores insoportables.
El principio de un largo viaje
Jay estaba trabajando el turno nocturno, así que su cuñada Nicole me llevó al hospital.
‘Tienes 2 centímetros de dilatación’ me dijo el médico.
Durante las siguientes horas, mi cérvix se abría y se cerraba. Cuatro agonizantes días después, un consejero y un médico vinieron a hablar con nosotros.
‘Deben esperar lo peor’, explicó el médico. ‘Si el bebé llega ahora ni siquiera tendrá las 24 semanas. Usualmente no se resucitan bebés en esta etapa.”
Gentilmente nos dijeron que pensáramos en el tipo de funeral que querríamos para el bebé. Pero planear un funeral no era opción para nosotros.
No tenía planes de decir adiós sin luchar.
Voy a lograrlo hasta las 24 semanas, pensé.
No habíamos querido saber el sexo del bebé, pero con la oportunidad de que no sobreviviera, Jay y yo decidimos averiguarlo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando supimos que era un niño.
Un hijo, pensé, mientras sobaba mi vientre.
A las 22 semanas y cuatro días empecé con labor de parto. El hospital no tenía las instalaciones para cuidar de un prematuro tan pequeño.
“Si quieres salvarlo, podemos transferirte a otro hospital que te ayude”, explicó una enfermera.
En mi mente no había duda alguna.
‘Quiero salvar a mi bebé’, declaré.
Nos transfirieron de emergencia al hospital Royal Brisbane, donde me dieron esteroides y magnesio vía intravenosa para espaciar más mis contracciones.
Ahí, el doctor nos dio noticias desconsoladoras.
‘Tus análisis de sangre muestran que tu placenta está infectada. Así que tenemos que sacar al bebé ahora o no sobrevivirá’. Dijo.
‘¿Podría perderlos a ambos?’ preguntó Jay en shock
No podría soportarlo
Ahora, en lugar de tratar de mantener al bebé dentro, me dieron medicamentes para acelerar el parto.
‘Nunca habíamos tenido un bebé tan joven que sobreviviera’ dijo el doctor.
‘Si sobrevive, necesitan decirnos si quieren que vaya a incubadora, y hay altas posibilidades de que tenga alguna discapacidad.’
‘Yo podía sentir sus pequeñas piernitas pateándome ahora. Se siente saludable’, dije. ‘Creo que necesitamos darle la oportunidad que merece.’
Jay estuvo de acuerdo y les dijimos que hicieran todo lo que pudieran por salvar a nuestro bebé.
De ahí en adelante, todo sucedió muy rápido.
Antes de que lo supiera, estaba trayendo al mundo a nuestro pequeño precioso.
Ni siquiera tuve oportunidad de verlo porque lo llevaron de emergencia a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales.
Después removieron la placenta infectada para salvar mi vida. Estaba en recuperación cuando Jay vino a verme.
‘Es tan hermoso y tan pequeño’, lloró
Desesperada por verlo, Jay me llevó en silla de ruedas a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales.
Me asomé a la incubadora y vi lo pequeño que era.
Sólo 25 centímetros (10 pulgadas) y pesando sólo 416 gramos, pesaba lo mismo que una lata de sopa.
‘Hola Luca’, le susurré.
‘No esperamos que viva más de 48 horas’, advirtió el doctor.
Nos sentamos con él y le pedimos que luchara.
‘Te amamos tanto’, le dije. ‘Yo sé que puedes lograrlo’.
Increíblemente, después de 48 horas, nuestro pequeño luchador seguía con vida.
Aunque aún había un largo camino por delante.
Una de sus válvulas cardiacas -que generalmente se cierran al nacer el bebé- seguía abierta.
Esto significaba que sus niveles de oxígeno eran significativamente bajos. Necesitaría una operación para cerrar la válvula, pero al ser tan pequeño esto era un gran riesgo.
‘Nunca he hecho esto en un bebé tan pequeño antes, pero es su única oportunidad de sobrevivir’, el cirujano explicó.
Con tan solo 18 días, Luca fue llevado a la sala de operación para cirugía. Pero aún no estaba todo en orden.
Sufrió colapso pulmonar tres veces y tuvo que luchar para restaurarlos.
Cuando sus niveles de oxígeno bajaron, nos dijeron que debíamos decir adiós.
‘ Has luchado tanto’, le dije. ‘Tú puedes hacerlo.’
Él demostró que los médicos se equivocaban y luchó nuevamente.
‘Nunca habíamos visto a un bebé luchar por su vida tan duro’, dijo uno.
Cuando Luca tuvo seis semanas, finalmente pude estrecharlo en mis brazos.
Eventualmente, después de 5 y medio meses en el hospital, nos llevamos a nuestro pequeño niño a casa, pesando sólo tres kilogramos. Era tan pequeño.
Lo teníamos que tener conectado a un tanque de oxígeno en casa pues sus pequeños pulmones estaban aún subdesarrollados.
En su primer cumpleaños, Luca por fin pudo respirar por sí mismo.
Ahora de 21 meses, es tan intrépido, gateando a todas partes y masticando todo.
Nacido a las 23 semanas y dos días, Luca es oficialmente el bebé prematuro más joven en sobrevivir en Queensland.
Él es el niño que se rehusó a dejar de luchar. Con su espíritu combatiente, aún no lo creo cuando veo lo lejos que ha llegado.
Esta historia originalmente apareció en la revista That’s Life, y se transcribe aquí con su permiso.
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