No dejen que la emoción determine si se sentencia a Cruz a pena de muerte.
Foto : NBC News
Escrito por Destiny Herndon- De La Rose para Dallas News
Traducido por Ana Correa por Defensores De La Vida
Nunca olvidaré estar de pie junto a mi hijo berrinchudo a mitad de un episodio y gritarle a todo pulmón, “¡Debes aprender a controlar tus emociones!” Oh, la ironía.
Me enorgullezco de ser usualmente una persona lógica y pensante, pero los niños logran desquiciarnos de vez en cuando. O como los míos, varias veces al día. Aún así, enseño a mis hijos que sus emociones son buenas y que no son algo que deban suprimir o asustarse de ello.
Al mismo tiempo, las emociones no pueden ser completamente confiables, tampoco. Son como las velas de un barco. Las emociones pueden determinar cómo actuamos y darnos el deseo de avanzar, pero sin una mente racional en el timón de esas acciones, las emociones por sí mismas pueden llegar a ser peligrosas.
Frecuentemente me preocupa que somos una nación perdida en un mar de emociones.
El discurso civil y el pensamiento crítico han sido remplazados por puntos regurgitados y respuestas emocionales reaccionarias. Recuerdo un amigo conservador diciendo que los liberales crean legislación basada en sentimientos y no en hechos. Eso que me quedó grabado.
Al ver otro devastador tiroteo escolar en Florida el 14 de febrero, vi los medios inmediatamente inundados de las exigencias emocionales de que se restrinjan todas las armas de fuego, por parte de la izquierda. Pero después algo muy raro sucedió. Después de pocos días, vi la histeria de ambos lados. Ahora de pronto, muchos conservadores, -los que se enorgullecen de su pensamiento racional y leyes basadas en lógica- manifestaban pura emoción mientras Nikolas Cruz, de 19 años, compareció ante el tribunal. Públicamente demandaban la pena de muerte para él en sus muros de Facebook y en sus redes sociales, negándose a escuchar argumentos lógicos en contra.
Un error popular que sigo viendo en mucha gente es pensar que “mantener” y alimentar a un recluso durante toda su vida, es más caro que simplemente matarlo. Sin embargo, si se piensa en el caso desde un ángulo estrictamente monetario, como estos conservadores deberían, los reos de pena de muerte terminan costándole al erario mucho más, debido a los costos legales asociados con sus apelaciones. Cuando se les confronta con este hecho, los conservadores simplemente lo ignoran y cambian a otra “razón” para justificar la pena de muerte como “necesaria”.
Lo entiendo porque yo solía sentirme de la misma manera. En Texas, era casi automático que al crecer se adoptara esta línea de pensamiento. Pero los hechos no mienten. Ha sido probado una y otra vez que la pena de muerte no es disuasoria de los crímenes de violencia masiva.
Además, los conservadores afirman que un partido que apoya un gobierno limitado, y que frecuentemente se lamentan de su corrupción e incompetencia, lo que me confunde pues en este caso, están completamente dispuestos a dar a este gobierno (corrupto e incompetente) todo el poder sobre nuestra vida y nuestra muerte -especialmente con el número de reclusos que han sido exonerados en años recientes después de pruebas de ADN que demuestran su inocencia. Después de saber todo esto, no tuve otra opción que aceptar que la pena de muerte es anacrónica e innecesaria.
Existía un tiempo en que matar al criminal era la única manera de proteger al público en general. Ese ya no es el caso, y ahora los conservadores deben analizar el hecho de que, en 2018, tenemos la capacidad de contener de manera segura las amenazas de asesinos como Cruz, en el sistema penitenciario. La pena de muerte sólo sirve para perpetuar la violencia, requiriendo que participemos en la pérdida de una vida humana también, por la única razón de la venganza. La única razón que queda es puramente emotiva. La mantenemos por venganza. Entiendo ese sentimiento, créanme, lo entiendo, pero es sólo eso -un sentimiento.
Es momento de que, como nación, controlemos nuestras emociones y corrijamos su curso. No es demasiado tarde para dirigirnos hacia un mejor futuro.
Destiny Herndon-De La Rosa es escritora en Richardson y es la fundadora del grupo pro-vida New Wave Feminists. Ella escribió esta columna para The Dallas Morning News.
Email: Destinydelaro@gmail.com
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